lunes, 28 de enero de 2013

CORRUPCIÓN


Mientras PP y PSOE  echan balones fuera y se acusan mutuamente, los tertulianos de la radio y la televisión andan últimamente escandalizados por el lamentable espectáculo de la corrupción, cuya relevancia hace ya imposible esconderla bajo la alfombra. Cuando lo cierto es que la corrupción no es un problema aislado, sino que es inherente al sistema económico, es algo consustancial a él. Ha existido siempre y, salvo casos aislados, la impunidad ha sido la regla general.

            No es de extrañar que, mientras prevalezca el interés individual, privado y cortoplacista frente al interés colectivo, el sistema no pueda verse libre de esta rémora. Mención aparte merece el grado, el nivel al que se ha llegado: la corona, el ejecutivo, el legislativo, el judicial, los empresarios y, también hay que decirlo, los trabajadores, en la medida en que han ido asumiendo los valores del modelo y consolidando con su voto el actual desastre.

            Semejante nivel de corrupción sólo puede interpretarse en términos de degeneración y decadencia, de un proceso de descomposición plena del modelo capitalista y su más radical versión, el neoliberalismo.

            El mismo análisis podría aplicarse a otras cuestiones irresolubles dentro del sistema: la cuestión nacional, el problema ecológico, la pobreza, la inmigración, la discriminación de la mujer y un largo etcétera. Todas ellas enfermedades sin remedio posible dentro de los márgenes del capitalismo neoliberal.

            Resulta sorprendente la rapidez con que la crisis ha desmontado los mitos sobre los que se asentaba la sociedad española después del franquismo: la transición, ni modélica, ni justa; el milagro económico español, sustentado en la especulación financiera e inmobiliaria; la OTAN, organización para ejercer el terrorismo de estado; la Unión Europea, lejana realidad actual del romántico modelo que nos vendieron y la Constitución del 78, convertida en papel mojado, ultrajada y estrangulada desde Bruselas y Berlín con la inestimable colaboración de nuestros gobernantes y la pasividad de la ciudadanía.

            Naturalmente que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad, bien por acción, bien por omisión; pero es de justicia señalar  a PP y PSOE,  con la connivencia de CIU y PNV, como los principales exponentes podridos del corrupto modelo. Ellos son los responsables fundamentales del marco institucional, nacional y europeo que nos ha conducido hasta aquí.

            Pero el final de esta historia aún está por escribirse y los trabajadores haríamos muy bien en mirarnos en el espejo del pasado para no repetir el guión y  adquirir el suficiente nivel de conciencia para comprender que sólo tenemos dos alternativas: o hacemos nosotros la historia o estaremos condenados a padecerla.

Francisco Macías Córdoba
Portavoz de Izquierda Unida en el Ayto. de San Vicente
Miembro del Consejo Político Regional de Izquierda Unida

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