sábado, 23 de agosto de 2014

HIC RHODUS, HIC SALTA


 JULIO ANGUITA GONZÁLEZ
                                                                                                                                                                                    Carlos Marx utilizó varias veces la expresión que titula este artículo refiriéndose a la actualización de las palabras de Esopo en unas de sus fábulas. Contaba éste que ante un auditorio de ciudadanos, un fanfarrón presumía de que cuando estaba en Rodas había hecho proezas atléticas sin cuento; sobre todo en el salto. Uno de los oyentes, harto de tanta verborrea le increpó: Aquí está Rodas, salta aquí. La enseñanza está clara, en vez de hablar hazlo ahora; te toca demostrar en la práctica lo que blasonas en discursos y peroratas.

La nueva dirección de IU tiene ante sí el reto de impulsar, desarrollar y presentar ante una nueva Asamblea Federal el proyecto de Refundación al que se han comprometido. Ha llegado para todos la hora de hacer buenos los propósitos, los horizontes, las prácticas, los valores y los métodos que son inherentes a la tarea comprometida. Ya estamos en Rodas.
Del proceso que desembocó en la Asamblea de los días 15 y 16 de Noviembre puede decirse de todo menos que ha sido modélico y edificante. El que cada parte aduzca razones, análisis y reflexiones sobre las causas no puede hacer olvidar que eso no puede repetirse y ello porque esa repetición sería la última e irreversible paletada de tierra sobre el féretro de IU. El que una Asamblea Federal se realice sin que nadie presente un informe en nombre de la dirección saliente es una anomalía difícilmente homologable con un proceso democrático.

Es por eso que los responsables del proceso que en puridad debe ponerse en marcha, tienen ante sí dos fuertes handicaps, dos fuertes e inexcusables retos: ganarse la confianza perdida y ser capaces de generar procesos de participación democrática en la tarea de refundar IU, sean cuales fueren las consecuencias para sus aspiraciones a seguir ejerciendo tareas de dirección o institucionales en la organización reconstituida. Un proceso como éste debe ser asumido con todas sus consecuencias; lo único que importa es articular una organización de izquierdas capaz de estar a la altura de las circunstancias y las demandas que las mismas están haciendo de manera imperiosa. Este proceso no es otra cosa que una convocatoria a toda la izquierda revolucionaria o transformadora.

A lo largo de todo el proceso previo a la Asamblea tanto unos como otros han declarado ser partidarios de la refundación de IU. Es evidente que una parte de la organización ha desarrollado documentalmente una propuesta de refundación concreta, centrada en puntos de compromiso y con carácter vinculante ; otras visiones han desarrollado el concepto refundación en torno a deseos, anhelos y previsiones genéricas, bienintencionadas y bastante evanescentes. Les toca a los primeros ser consecuentes y a los otros aterrizar en tierra firme. A los unos hay que exigirle que apliquen lo comprometido y a los otros que se aclaren y aclaren su propuesta en román paladino.

Pero no está de más recordar lo que de manera mayoritaria la Asamblea aprobó. Aunque a fuer de sinceros debemos ser conscientes de que la documentación aprobada necesita de aclaraciones y limpiezas de estilo que pongan en el hilo de la lógica aspectos y contenidos de un documento parido a plazos con añadidos y refundiciones. Y es que la única preocupación fue invalidar y quitar mordiente a las propuestas más comprometedoras; asumir para neutralizar. La tarea de ordenar los conceptos, limpiar el estilo y recomponer las fuentes documentales primitivamente aprobadas, es inexcusable.

Es más que evidente que la llamada refundación de IU no es otra cosa que un proceso constituyente en el que la participación para desembocar en una izquierda con vocación de construir alternativa es el eje central. Y al hablar de proceso constituyente conviene tener presente que los parámetros sobre los que el proceso se realiza ya están dados: Movimiento Político y Social, el Socialismo como horizonte ,la Democracia como método, instrumento, fin, objetivo y práctica cotidiana, organización de la sociedad mediante el desarrollo del amplio y rico concepto de movilización, adquisición de conocimientos, programas, estructuras alternativas, la Política como acción vinculada a la transformación revolucionaria y sobre todo el ejercicio ejemplarizante de otras formas de entender, practicar y desarrollar la praxis política tanto en la sociedad como en las instituciones. Eso es lo que contiene la afirmación de que la refundación no puede hacerse en clave endógena. Cualquier intento de blindar desde el inicio la permanencia de personas, grupos o intereses dará al traste con la operación. Asumir el riesgo es inherente a todo cambio revolucionario.

La situación económica, social, política e ideológica por la que atravesamos le da IU una reconfortante constatación de que sus elaboraciones y posicionamientos ante difíciles coyunturas se han mostrado válidos: la incompatibilidad de los DDHH con el capitalismo, la chapucera construcción europea, la corrupción inserta en los entresijos del Estado, la vacuidad de muchos discursos políticos, los medios de comunicación y el simplismo de titulares al servicio de prebendas e intereses de poder, la necesidad de un lenguaje preciso y una prácticas políticas claras, concretas, honestas, ligadas a los interese mayoritarios, la desacralización de las instituciones, la chapuza política de la Transición y los beneficiarios de la misma, el republicanismo como concepto alternativo de Sociedad y de Estado, etc constituyen el HABER que nuestra historia de casi 23 años ha acumulado. En esa roca debemos sustentar el proceso.

La persona electa como Coordinador General goza de confianza y arranca con un plus de credibilidad ganado a pulso en toda su ejecutoria política, en su intervención ante la Asamblea Federal y durante los días transcurridos hasta su elección. Pero el equipo que encabeza si quiere corregir lacras del pasado, debe actuar como lo hace cualquier colectivo que por estricto sentido de lealtad sea co -responsable y solidario con las decisiones tomadas por él mismo. Siempre, pero en estos momentos más, una dirección si quiere ser respetada, debe eludir el miedo escénico y ser consecuente con sus cuatro únicos compromisos a los que se debe: la Ética política, el programa, los militantes y los votantes. Todo lo demás es aleatorio e irrelevante.

El organigrama aprobado obedece sin duda a la correlación de fuerzas y a los pactos áulicos entrecruzados desde la Asamblea Federal hasta el día 14 de Diciembre. El debate previo y abierto que se publicitó no ha tenido lugar. Y desde esta evidencia ni siquiera puede encontrarse un símil con las palabras del Duque de Salina en Il Gatopardo. Apenas ha cambiado nada.

La creación de una Secretaría dedicada a la Refundación de IU y directamente dependiente del Coordinador General puede ser la señal de que efectivamente se va a abordar el compromiso y la necesidad de regenerar el proyecto desde la convocatoria constituyente. Pero si la misma queda relegada a un adorno en el organigrama para distracción de críticos o tranquilizador de conciencias poco va a durar el sedante. La persona elegida para tal misión es capaz, conoce perfectamente las propuestas y los apoyos que tienen las mismas. Pero debe saber que de él se espera que más pronto que tarde plantee ante la dirección una propuesta de trabajo para que ésta sea discutida, aprobada y puesta en marcha con plazos, métodos y ritmos que vinculen a toda la organización sin exclusión alguna territorial, personal, grupal o de sensibilidad.

Y en esta tarea no caben filtros previos, alquimias de probeta, retorta y alambique. Esta organización o lo que queda de ella, puede ser galvanizada - todavía- si se la convoca para su regeneración. Y desde ahí se creará una dinámica que incorporará gentes, colectivos, procesos y haces de fuerza que hagan resurgir la izquierda. Claro está que la labor es titánica e incompatible con los equilibrios palatinos instalados en il dolce far niente. Ya sabéis compañeros y compañeras Aquí está Rodas, salta aquí.

miércoles, 20 de agosto de 2014

PUCHERAZO ELECTORAL DEL PARTIDO POPULAR

ALBERTO GARZÓN ESPINOSA Diputado de IU

Todo parece indicar, según revela la prensa, que el Partido Popular está dispuesto a modificar en solitario la ley electoral municipal. El objetivo inmediato parece obvio: tratar de garantizar el mantenimiento de los gobiernos municipales. Probablemente hayan hecho números, a partir de las encuestas públicas o de otras de su propia cosecha, y hayan llegado a la conclusión de que dado el actual panorama electoral es probable que aunque el PP no obtenga mayoría absoluta sí pueda lograr ser la lista más votada. Fácil concluir que un pucherazo electoral, cambiando las reglas a mitad de partido, puede proporcionarles esa garantía.
En primer lugar, hay un asunto económico de fondo: el mantenimiento del poder municipal como medio de garantizar la aplicación de los planes de ajuste, esto es, del desmantelamiento del Estado del Bienestar o Estado Social.
El Fondo Monetario Internacional ya advirtió en 2013 que el programa de reformas estructurales en España enfrenta una serie de riesgos. El primero, los disturbios sociales derivados de la frustración ciudadana. El segundo, la pérdida de popularidad del bipartidismo. De ahí se deduce la necesidad -su necesidad- de leyes de represión ciudadana, como la Ley de Seguridad Ciudadana, y la necesidad de leyes que compensen esa pérdida de popularidad, como la anunciada Ley de Reforma Electoral Municipal. Así las cosas, el mantenimiento en el poder municipal no es un fin en sí mismo sino un medio para mantener el programa de reformas estructurales en todos los ámbitos posibles de la administración pública.
Hay un antecedente interesante para la reflexión: el recurso al Tribunal Constitucional por parte del Defensor del Pueblo y a instancias de Izquierda Unida. El 29 de noviembre de 2013 el Gobierno aprobó una reforma del sistema financiero que incluía una disposición adicional para permitir a los gobiernos municipales en minoría aprobar planes de ajuste incluso a pesar de que el pleno municipal estuviera en contra. La filosofía es clara: la minoría se impone a la mayoría en aras de aplicar planes de ajuste. El propio Gobierno lo justificó en su memoria como una “medida extraordinaria para eliminar obstáculos que afectaran a la estabilidad”. Donde obstáculo quiere decir democracia procedimental. En contra de aquella barbaridad sólo votó el Grupo Mixto e Izquierda Unida. Luego nosotros pedimos amparo al Defensor del Pueblo y éste acepto. El recurso sigue pendiente, pero está claro que el Gobierno quiere adelantarse legalizando, en cierta manera, que las minorías puedan imponerse a las mayorías.
En segundo lugar, el problema procedimental. La democracia entendida como procedimiento está basada en la idea de que la voluntad popular asciende por una pirámide de representación en cuyo vértice se sitúa el poder ejecutivo. Si la democracia representativa fuera de tipo ideal, entonces los representantes serían un mero espejo de los representados -como pretendía Rousseau- y el parlamento sería a su vez el reflejo en miniatura de la sociedad misma. Sin embargo, en la práctica hay un enorme conjunto de elementos mediadores que hacen que eso no funcione así. Uno de ellos es la ley electoral.
La ley electoral siempre media entre la voluntad ciudadana y su traducción en representantes que la pongan en marcha. Pero hecha la ley, hecha la trampa. Pues hay innumerables formas de diseñar las leyes electorales, y sin duda el diseño condiciona el resultado.
El tipo ideal democrático es sin duda alguna el sistema electoral proporcional, donde cada persona es un voto y donde la pluralidad del conjunto de los representantes será idéntica a la pluralidad del conjunto de los representados. Es decir, el parlamento estará constituido por representantes que reflejan adecuadamente a los representados -al menos teóricamente. Cualquier desviación de este diseño es un intento de desvirtuar el principio democrático. Y eso es lo que hace la ley electoral inscrita en la Constitución del 78 -que permite que el 44% de los votos se conviertan en mayoría absoluta, penalizando además a los partidos pequeños de ámbito estatal- y también la anunciada ley electoral municipal, que se convertiría en un sistema mayoritario de facto, donde el 40% podría tener mayoría absoluta.
En definitiva, estamos ante una vuelta de tuerca que el Gobierno del PP pone en marcha con objeto de intentar asegurarse el poder municipal que le permita mantener su programa de reformas regresivas. Es obvio que temen los posibles resultados electorales. Pero no sólo el PP, sino también la troika y las élites económicas. Su problema es que está en juego el desmontaje de las redes clientelares que se han instalado en el régimen político-económico desde hace décadas. Esa alineación de intereses entre la élite política y la élite económica, y a la que denunciamos desde hace años, está en riesgo precisamente porque se espera -a golpe de encuesta- que la voluntad popular la desmonte. De ahí que el enemigo del PP sea, precisamente, la desnuda voluntad popular. Sin embargo, encontrará el PP muchos obstáculos, puesto que ni tiene garantizado el éxito ni en un escenario de descomposición electoral será fácil que fructifiquen sus ideas. Más bien puede acelerar la propia descomposición electoral.
Un alternativo escenario de candidaturas alternativas y rupturistas con el bipartidismo puede desbordar al propio régimen político-económico, convirtiendo de ese modo las elecciones en un momento constituyente. Y en eso estamos trabajando quienes creemos que hay alternativa económico-política al drama actual.