En alguna parte leí que el capitalismo es
una distopía, al estilo de MATRIX, donde los seres humanos somos unos
autómatas. Y viendo lo ocurrido con la vigilancia a la que nos someten los
gobiernos, eso sí, por nuestro bien, en nombre de la sacrosanta seguridad, resulta que es verdad.
Parece
mentira que la hegemonía cultural e ideológica neoliberal haya conseguido que
no estemos dispuestos a admitir la planificación económica, la intervención
estatal o un sistema fiscal progresivo y justo; y sin embargo admitamos como
algo normal las escuchas telefónicas, los circuitos cerrados de televisión, las
guerras imperialistas o las terribles desigualdades sociales.
Para toda violación de derechos y
libertades hay siempre una excusa con que justificarla; la seguridad justifica
la falta de libertad; el déficit y la deuda se esgrimen para el desmantelamiento
de los servicios sociales; la competitividad sirve de excusa para aniquilar el
derecho laboral; la deslocalización de capital sirve de argumento para tumbar
los sistemas fiscales, etc. Toda intención final se reviste con una
argumentación falsa.
Hasta
la democracia es algo ficticio, aparente, como los reyes magos, donde todos
mantenemos la ficción a sabiendas de que es mentira, y cada cuatro años, como
si nada sucediera, repetimos la liturgia del voto.
¿seremos
alguna vez capaces de imaginar o concebir una realidad diferente? ¿romper las
estructuras mentales que tan fuertemente tenemos arraigadas? ¡cómo pesan las
tradiciones, las costumbres y la rutina en nuestros cerebros!
IZQUIERDA UNIDA SAN VICENTE
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