Terminado
de leer el libro de David Harvey, Breve Historia del Neoliberalismo,
recomendable. Explica cómo tras La Gran Depresión y su consecuencia, la 2ª
Guerra Mundial, se inicia la fase de
“liberalismo embridado” (1945- hasta finales de los 70), para luego imponerse
la fase Neoliberal del capitalismo, que coincide con la llegada al poder de
Reagan y Thatcher. Ello supone el inicio
de la ofensiva para recuperar el poder
de clase por parte de la élite económica mediante la “acumulación por
desposesión”. Para ello se lleva a cabo el despliegue de toda la panoplia
neoliberal, a saber, entre otras: mercantilización y privatizaciones de
recursos y servicios públicos; desmantelamiento del derecho laboral y de los
sindicatos, bien por cooptación, bien por eliminación; globalización y financiarización de la economía; eliminación de modos de
producción tradicionales y de autoconsumo; procesos coloniales e imperialistas,
sin escatimar el uso de la violencia armada (Irak, Afganistán, Siria, Libia,
etc.); crédito usurero y endeudamiento de naciones; etc. De modo que diseñaron
los neoliberales las herramientas necesarias, FMI, BM, OMC, BCE, etc. y la
OTAN, llegado el caso de necesidad de intervención armada para cuando algún
osado país se empeñara en ser soberano.
A
los fines y sus herramientas, para robar a los países pobres y a los pobres de
los países ricos, hay que añadir los pretextos como justificación ideológica
que enmascare las verdaderas razones económicas, entre otros, la amenaza
terrorista y la exportación del modelo “democrático” occidental ( para gentes
que precisamente no lo han pedido).
Y
como de aquellos polvos vienen estos lodos, la sacrosanta trinidad neoliberal,
mercado, competitividad y crecimiento sostenido (Julio Anguita dixit), ha
metido a este mundo nuestro en un atolladero del que no se vislumbra salida. No
faltarán ingenuos que, esperanzados, consideren la actual situación como algo
coyuntural, volveremos al pasado feliz del crecimiento, los derechos laborales,
los servicios públicos, etc. Para el que escribe, el mundo no volverá a ser el
mismo y para salir de esta situación no nos valdrá la vulgata socialdemócrata
utilizada en el pasado, eso sí, a costa de una tremenda deuda ecológica y
económica con los países del sur.
A
la terrible crisis económica hay que añadirle la amenaza de una hecatombe ecológica que pone en
peligro la vida en el planeta; el cambio climático es una realidad;
desaparecen, por influencia de la actividad humana, miles de especies y
agotamos recursos que tardan millones de años en formarse en apenas unas de
generaciones. El cortoplacismo, el enriquecimiento a cualquier precio, el
consumo compulsivo y la falta de planificación son características de un modelo
económico que hace que nos comportemos como si fuéramos extraterrestres
llegados a un planeta de usar y tirar.
A
la contradicción entre clases, los ricos cada vez más ricos y los pobres cada
vez más pobres, le sigue la contradicción entre territorios, un centro rico y
una periferia miserable y para remate la contradicción entre el modelo
productivo y la biocapacidad de nuestro entorno natural.
Será
necesario resolver dichas contradicciones si queremos dejarles un mundo
habitable a quienes hayan de sucedernos. La solución tiene que pasar
obligatoriamente por un nuevo modelo productivo con una base tecnológica
sustentable que nos permita vivir en armonía con la naturaleza; que contemple
mecanismos redistributivos de renta y que planifique la economía colocando en
el centro de las políticas públicas el interés colectivo y la satisfacción para
todos de los derechos humanos, empleo, vivienda, sanidad, educación, cultura,
etc. Algunos dirán que esto es una utopía, quizá, pero para eso sirve la
utopía, para caminar, es peor resignarse a vivir en esta distopía. Pero un
sistema con estos objetivos no podrá ser llamado capitalista porque no lo
sería, a mí me gusta la denominación “socialismo del siglo XXI”.
IZQUIERDA UNIDA SAN VICENTE
No hay comentarios:
Publicar un comentario