Hoy 25 de noviembre de 2013, se cumplen 5 años de la marcha
de Ángel Campos Pámpano. Debido a mi corta edad, recuerdo las veces que venía a
mi casa, se pasaba por “la tienda”, coincidíamos en “el Litri” o iba a verlo a
su casa de La Codosera, su tan querida casa. En cualquier caso siempre había un
común denominador, y es que mi padre siempre estaba.
No puedo decir tanto como me gustaría. Conozco a Ángel más
por lo que mi padre me ha contado y me sigue contando de él, de ellos, que de
lo recordado personalmente, pero con esto ya es suficiente para poder escribir
unas palabras.
Con mirar la cara de mi padre y escuchar la manera de rememorar
las anécdotas e historias vividas uno se puede hacer una idea de lo importante
que era Ángel para él. Sé que con su muerte no sólo se ha ido un amigo, sino también un
gran apoyo y un buen consejero. En la memoria queda su manera de decir las
cosas, sus escuetas visitas y sus interminables llamadas de teléfono con más de
3 despedidas en cada una de ellas (“bueno Ángel pues… y seguían hablando y
hablando, y nosotros sentados a la mesa esperando para cenar); y en el presente
y en el futuro, sus ya 5 Homenajes, y los que vendrán, porque mientras podamos
pensarte, no habrá olvido.
Para terminar, os dejo con la visión de lo que fue el V
Homenaje celebrado el pasado viernes 22, en las palabras de uno de los
invitados y participantes en el acto, Álvaro Valverde. Al final os dejo el enlace para que podáis visitar su blog. Ya os digo que merece la pena leerlo.
El viernes, según lo previsto, se celebró, como cada año,
el homenaje en memoria del escritor y poeta Ángel Campos Pámpano, a punto de
conmemorarse el quinto aniversario de su muerte. Fue en su pueblo, San Vicente
de Alcántara, en la Ermita de Santa Ana, que se quedó pequeña.
De los anunciados, sólo faltaron dos amigos: Basilio Sánchez (Lama leyó un emocionante texto suyo) y el poeta aragonés Ángel Guinda. Otros muchos se sumaron desde la distancia: Carlos Medrano, Jordi Doce, Claudio Rodríguez Fer, José Antonio Zambrano, Manuel V. González Antonio y Luis Sáez...
De los anunciados, sólo faltaron dos amigos: Basilio Sánchez (Lama leyó un emocionante texto suyo) y el poeta aragonés Ángel Guinda. Otros muchos se sumaron desde la distancia: Carlos Medrano, Jordi Doce, Claudio Rodríguez Fer, José Antonio Zambrano, Manuel V. González Antonio y Luis Sáez...
En la mesa, durante la primera parte, el citado Miguel
Ángel Lama, coordinador del acto, junto al pintor Javier Fernández Molina y
Emilio Torné.
El primero explicó la génesis, algo rocambolesca (muy a
lo Pámpano: tales para cuales), de El río Guadiana, obra gráfica de
la Biblioteca Errante, con pinturas suyas y textos manuscritos de Ángel y
Carlos Lencero. Un libro de artista que ha tardado veinte años en ver la
luz.
A continuación, tomó la palabra Emilio Torné,
editor de Calambur (donde apareció la poesía completa de Pámpano) y viejo amigo
suyo (no en vano fue el encargado de diseñar los primeros números de la revista Espacio/Espaço
escrito), para hablar de Blanco comienzo. La luz en «Sarteneja»,
una hermosísima plaquette (que a Angelito le hubiera encantado
y que se regaló a todos los presentes) con unos poemas inéditos dedicados a su
amigo Javier (que ilustra la cubierta: las palmeras de la finca familiar) con
motivo de la muerte de su padre, en el mismo tono elegíaco de los que componen
el, acaso, mejor libro de Campos: La semilla en la nieve.
Fue entonces, creo recordar, cuando cayó de la cúpula de
la ermita un trozo de escayola que de milagro no nos amargó la velada. La
presencia de Ángel, ay, se hizo notar.
Siguió, ya en la segunda parte, la presentación del
número 7 de la revista de poesía El Alambique, dedicado, claro está, a él. Tomaron la
palabra, su director, Agustín Porras, y uno de los miembros de su consejo de
redacción, el poeta José Cereijo. Después fuimos leyendo algunos de los
colaboradores del monográfico: Antonio Gómez, Elías Moro, Luis Arroyo (que leyó
un poema de Medrano y una remota traducción pampiana de Ramos
Rosas) y uno mismo. En lugar de leer el poema publicado en la revista -escrito desde la rabia,
que en parte aprendí del rebelde de Ángel-, opté por "Viaje a Lisboa".
Porras, Cereijo y Torné leyeron poemas de La semilla en la nieve.
Porras, Cereijo y Torné leyeron poemas de La semilla en la nieve.
Destacaría uno la mano maestra que guió el acto: la de
Eva María Romero Rivero, antigua alumna de Ángel, sanvicenteña también, y hoy
profesora de instituto en Hoyos (no sin pasar por las clases del profesor Lama,
que la calificó de "alumna ejemplar").
Y, cómo no, la parte musical, a cargo de David Álvarez (a
la guitarra) y Álvaro Rodríguez, que cantó tres canciones que a uno
le sonaron a gloria.
Impecable la organización, por cuenta de la Asociación
Cultural "Vicente Rollano" y otro amigo del alma: José Juan
Cuño, y significativa la colaboración de Izquierda Unida de San Vicente (cuya
agrupación local impulsó Campos), como elocuente fue la presencia de
Pedro Escobar, coordinador regional de esa formación política, compañero de
Ángel en Lisboa, la única autoridad -una suerte- presente en la ermita (que se
atrevió con un poema de La semilla en la nieve). El alcalde
socialista no se dignó aparecer. Tampoco representante alguno de la Consejería
de Educación y Cultura hizo acto de presencia. Mejor, ya digo. La cultura, ya
saben, ese desperdicio.
En lo personal, emociones al margen (a la salida alguien
evocó otro homenaje en San Vicente: el que hicimos al añorado Alfredo
Gordillo), fue bonito reencontrarse con antiguos amigos: mi querido Luis
Arroyo, hermano mayor de todos nosotros, a quien tanto quiso el autor de La
ciudad blanca, Elías y Antonio, Emilio, Jacinto Haro... También Carmen
y sus hijas, Ángela y Paula, tan altas y guapas como sus padres. Y un gusto
conocer personalmente a otros: Agustín Porras y José Cereijo, por
ejemplo.
El rápido viaje de ida y vuelta fue placentero. Cuántos
recuerdos entre aquellas curvas perdidas, entre nieblas y veras, del Puerto de
Elice. Y, en medio de todo, la presencia viva, sí, de nuestro inolvidable
Angelito, que cada vez vive más entre nosotros.
Enhorabuena a la Asociación Cultural ¨Vicente Rollano¨, por estos "5 años cercanos a lo que importa".Los que estuvimos esa noche en Santa Ana, no lo olvidaremos.
ResponderEliminarPor cierto, ¿cómo se puede entender que no hubiese ni un sólo representante del Gobierno Socialista Local en el acto, cuando hace 5 años fueron ellos los encargados de ponerles a la Casa de Cultural el nombre de Ángel Campos Pámpano. Y además de que no hubiese ningún represente , como contraprogramación al acto de Campos, ese mismo día y a esa misma hora, estos mismos gobernantes organizan un recital de canta flamenco en la Casa de Cultura, que,como ya digo, lleva su nombre.?
ResponderEliminarComo dice Álvaro Valverde: ¨La cultura, ya saben, ese desperdicio..."