PEDRO ESCOBAR MUÑOZ, coordinador regional de IU EXTREMADURA
El debate de los
presupuestos entre los grupos del Gobierno y de la oposición adquiere su máxima
expresión. Los presupuestos son la 'Gran Batalla' política del año en la que
cada partido saca todas sus razones y argumentos, elige el mejor portavoz y
construye su mejor discurso para defender su propuesta, si es el Gobierno, o
para descalificarla si es la oposición. No se puede negar la importancia del
debate presupuestario pero es lamentable que sea tan previsible, esté
magnificado y hasta adulterado por varias razones.
En primer lugar, porque de la misma forma que los machos de
algunas especies animales montan un espectacular y vistoso cortejo nupcial en
época de celo para conseguir la aceptación de la hembra, los portavoces de los
partidos en los debates presupuestarios ponen mucho más énfasis en las formas
que en el contenido, sobreactúan y endurecen su lenguaje para conseguir el
aplauso fácil de los suyos y buscar el favor del esquivo electorado.
En segundo lugar, porque los medios de comunicación, quizá
contaminados por lo que sin duda es el teatro parlamentario, se ocupan del tema
con gran generosidad de espacio en los dos meses que dura el debate de las
cuentas anuales, contribuyendo más al espectáculo de la confrontación
dialéctica que a la información sobre los presupuestos.
Y en tercer lugar, porque a falta de bola de cristal que nos
anticipe el futuro se monta la 'Gran Batalla' dialéctica y mediática sobre unas
simples previsiones, sobre la entelequia de unos supuestos previos de ingresos
y de gastos que sólo son una declaración de intenciones y luego se pasa de
puntillas, con muchísimo menos ruido y no se presta casi ninguna atención a lo
que es real, la liquidación del presupuesto, que es donde se constatan las
mentiras y las verdades, lo acertado o errado de tantas previsiones.
A estas alturas, cada vez es más evidente que todo es una
larga y previsible representación. El papel de bueno se lo atribuye a sí mismo
el que habla y los malos son 'los otros'. Unos se dedican a vender miedo y
otros a vender esperanza. Lo que para unos es el camino al paraíso, para otros
es la vía hacia el infierno. El grupo proponente, el gobierno, suele decir que
los presupuestos son realistas, sociales, creadores de empleo, garantes del
bienestar y de la seguridad ciudadana y mil virtudes más. La oposición, que
aspira a gobernar o que quizá ya ha gobernado y quiere volver a hacerlo, suele
decir que son presupuestos irreales, mentirosos, que no resuelven ningún
problema, que aumentarán el paro, la desigualdad y mil males más.
Unos y otros hacen un debate falso y tramposo. Falso porque
ambos atribuyen a las cuentas anuales todas las bondades (el gobierno), o todas
las maldades (la oposición) que no tienen. Aún así, intentan que el cuerpo
electoral se trague lo que unos y otros profetizan. Y tramposo porque ambos,
los proponentes y los enmendantes, saben muchas cosas que no confiesan o que
evitan reconocer o que callan.
Saben que los presupuestos anuales tienen un alcance
limitado en el calendario, son para un año, y especialmente en estos tiempos,
son de pura continuidad y supervivencia. Los dos, en este caso PSOE y PP, saben
que no hay unos presupuestos 'malos' que nos hundan en la crisis de 'lunes a
martes' y unos presupuestos 'buenos' que nos sacarían de ella de 'miércoles a
jueves'. Los dos saben que la crisis no cayó de la noche a la mañana y que la
salida no va a ser de la mañana a la noche. Los dos saben que no pueden
incrementar los gastos a su gusto porque hay una Ley de Estabilidad
Presupuestaria que se lo impide. Los dos saben que dicha ley es fruto de la
reforma del artículo 135 de la Constitución. Ambos son padres de esa reforma de
la Constitución, que obliga al pago de la deuda antes que atender a los
derechos sociales. Los dos saben que solo tienen competencia directa sobre el
10% de los ingresos y que el resto, muy condicionado en su destino, nos debe
ser transferido por el Estado o la Unión Europea. Los dos saben que una vez
afrontados los gastos de personal, los gastos corrientes, una vez distribuidos
los fondos finalistas de la Unión Europea, etcétera, el margen de maniobra que
queda sobre el que se pueden marcar diferencias ¡no llega al 15% del total! Con
lo cual, todos los desastres que anuncian unos o las esperanzas que ofrecen los
otros se quedarían reducidos automáticamente al 15%.
Lo saben pero lo callan. Lo callan porque en realidad no
quieren discutir del contenido concreto, evaluable y demostrable de los
presupuestos o porque no pueden ofrecer algo sustancialmente diferente en
gastos o ingresos. Lo callan porque es el juego bipartidista. Lo callan por
infantilismo político pues sólo pretenden, a toda costa, mostrarse diferentes y
contrarios al otro en una batalla dialéctica tan vieja como vacía.
Pero no debe sorprendernos, esto es lo que hay. Los dos,
PSOE y PP, saben que la enmienda a la totalidad de devolución, en el caso de
prosperar, no supone ni la caída del Gobierno ni nuevas elecciones, sino que
automáticamente quedan prorrogados los presupuestos del año anterior y se
continúa funcionando sin vacío ni parálisis institucional. Los dos lo saben, a
pesar de lo cual, el PP en todo el tiempo que estuvo en la oposición, o sea
siempre, presentó fantasmagóricas y estériles enmiendas a la totalidad, lo
mismo que ahora ha hecho el PSOE en los tres años que lleva sin gobernar. Han
cambiado los papeles y se han intercambiado los comportamientos. Esta es la
vieja política que aburre, desanima y cabrea a la ciudadanía.
¿Es posible el cambio o fatalmente esto es así? ¿Puede
atreverse alguien a no seguir el guión? ¿Qué fuerza política osa hacer lo que
políticamente es incorrecto o al menos inesperado? ¿Hay alguna formación
política que sea capaz de actuar con la verdad por delante sin seguir el juego
marcado en el escenario político?
Izquierda Unida Extremadura ha cometido el gran error de no
seguir el guión que otros le han marcado pues aunque también sabe todas esas
cosas que hemos referido no quiere callarlas. IU también es capaz de presentar
estériles y teatrales enmiendas a la totalidad pero hasta ahora no lo ha hecho
porque no necesita sobreactuar para demostrar que es diferente del PSOE y del
PP y no quiere hacer teatro parlamentario. IU Extremadura fueron los primeros
en decirlo y hasta ahora los únicos en llevar a la práctica el eslogan de «ni PSOE
ni PP», pero ¿podrá quitarse los estigmas que le han colgado cuando la verdad
es que nunca ha votado los presupuestos? ¿Qué precio va a pagar por su
soberanía e independencia? El tiempo dirá si no son éstas demasiado caras.