viernes, 31 de octubre de 2014

CORRUPCIÓN


La vocación arranca desde bien pronto, desde que comparten pupitre en las exclusivas escuelas privadas. A partir de ahí, y como de forma instintiva,  unos tiran para alcaldes, consejeros o presidentes de diputación; los otros van por la senda empresarial. Y sus caminos se entrecruzan de nuevo en ese punto donde el poder político y el poder económico se ponen de acuerdo para expoliar la riqueza colectiva.
La corrupción no es cosa de unas cuantas ovejas negras, sino que es consustancial al sistema y sintomática de disfunción económica y de déficit democrático. Basta echar un vistazo a la realidad geográfica mundial para constatar que las sociedades más desiguales son más corruptas, menos democráticas y más ineficientes.
La asunción, por parte del bipartidismo borbónico, del neoliberalismo ortodoxo ha tenido consecuencias desastrosas para nuestro malhadado país y la corrupción es una de ellas.
Son tres los polos principales de donde chupan los vampiros corruptos, en su doble vertiente, política y empresarial, y que son consecuencia de la política económica articulada por los gobiernos PPSOE.
El primero es la banca y el sistema financiero, hacia donde se ha producido un gigantesco trasvase de recursos públicos para cubrir pérdidas privadas de especuladores de casino.
El segundo ha sido el sector inmobiliario con su correspondiente burbuja financiera y que fue la sustitución especulativa de la desertización industrial, agrícola y ganadera en favor de la Europa Central y con la UE como marco necesario. Por cierto, llevada a cabo por los patriotas que se envuelven en la bandera rojigualda.
Y el tercero, la privatización de bienes y servicios públicos a discreción por parte de los gobiernos en todos los ámbitos de la Administración. Con la fiebre privatizadora, en los últimos 30 años, han sido entregadas, a precio de saldo, decenas y decenas de empresas públicas a compañeros de pupitre o a intereses económicos afines a cambio de excelentes y bien retribuidos puestos en los consejos de administración. Además, se ha privatizado el agua, la basura, la limpieza, etc. y se ha intentado desmantelar, con mayor intensidad en unos lugares que en otros,  la sanidad, la educación, las pensiones, etc.
Este ha sido el caldo de cultivo de la corrupción y como resultado tenemos la desposesión de activos y derechos arrebatados a la gente corriente, mientras se producían inmensas concentraciones de riqueza en el otro extremo de la escala.
Y esto no tiene arreglo con operaciones cosméticas en el sistema jurídico, mientras la base económica sigua podrida.
También cabe preguntarse: ¿cuál es nuestra responsabilidad? La negación del compromiso y su sustitución por fantasías escapistas como el fútbol o el hedonismo barato en forma de consumo, algo tendrá que ver. El sistema nos ha desconectado, nos ha desactivado e individualizados hemos asumido sus valores. Esto lo tenemos que arreglar nosotros comprendiendo que la política es la gestión pública de los intereses colectivos y requiere compromiso crítico por parte de todos.

IZQUIERDA UNIDA SAN VICENTE


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